La ilusión de los más pequeños
Accede a la página con el listado de colegios de todas las tamborradas que conforman la tamborrada infantil, las tamborradas especiales que participan y la actuación de los más txikis.
Organizada la Tamborrada por distintos gremios artesanales, sociedades y entidades culturales, sus integrantes fueron siempre personas adultas hasta que el año 1927, después de una experiencia habida con los niños de Zorroaga, la Sociedad Euskal Billera, siguiendo la iniciativa de su presidente, Mauricio Echaniz, decidió organizar un desfile formado exclusivamente por niños, estando reservado el papel de las niñas, como lo hacían los mayores, a las cantineras, abanderadas y Bella Easo. En esta primera versión de la Tamborrada Infantil, con heraldos y gastadores, tambores y barriles, actuó como Tambor Mayor el niño Alfredo Taberna.
Salieron a las 11:00 horas de la mañana y recorrieron las calles de la Parte Vieja ofreciendo conciertos en el Boulevard y en la plaza de la Constitución siendo tan gratamente acogida la idea que año tras año fue repitiéndose de la misma forma hasta su ampliación el año 1961.
La tamborrada infantil: Primera edición
Corría el mes de octubre del año 1960 cuando la prensa donostiarra se hizo eco de lo que iba a ser la auténtica renovación de la Tamborrada de Euskal Billera, permitiendo la participación de cientos de niños repartidos en compañías y vistosamente uniformados.
La reunión en la que puede decirse se acordaron las bases para la creación de la nueva Tamborrada se celebró el 22 de noviembre en el Centro de Atracción y Turismo asistiendo a la misma: Ramiro Cibrián, representando al Centro de Atracción y Turismo; Padre Everardo Belba, director de los Marianistas; Cayetano Ibaeta y Tomás Galindo, presidente y expresidente de Euskal Billera; Miguel Blasco de Imaz, Miguel Caravaca, por la Sociedad Hípica; Fernando Merino, del colegio alemán y el concejal Ernesto Merino.
Entre los acuerdos tomados se estableció que los participantes irían uniformados de forma vistosa y suntuosa representando a la Infantería, Artillería, Caballería e Ingenieros “con trajes a la antigua usanza”; que cada colegio intervendría con cincuenta niños cuyas edades oscilarían entre los 8 y los 12 años. Por tratarse de la Sociedad fundadora se aprobó que fuera la compañía de Euskal Billera la que abriera el desfile, siguiendo las demás por orden de antigüedad del colegio, situándose a continuación las escuelas municipales y al final las que en el futuro pudieran incorporarse. El colegio de San Ignacio solicitó desfilar en último lugar por tratarse de una compañía de artillería que llevaba cañones y su marcha podría ser algo más lenta que la de las demás.
El orden definitivo de la primera Tamborrada Infantil, con más de trescientos participantes, fue como sigue: Abanderados, Euskal Billera, General (Manin Caravaca) y Ayudante, Marianistas (colegio fundado en 1887), Escuelas Francesas (1898), Sagrado Corazón (1904) y La Salle (1947). Banda militar de música seguida de las compañías de las Escuelas del Almirante Oquendo y del Asilo Reina Victoria (Zorroaga). Por las razones indicadas cerraba San Ignacio (1929). Los Caballitos de Igueldo abrieron la marcha y los lanceros de la Sociedad Hípica desfi laron dando escolta a la carroza de la reina de San Sebastián (Blanca Orúe).
El desarrollo de la primera edición de la Tamborrada Infantil tuvo distintas anécdotas y comentarios que servirían para perfeccionarla en años posteriores.
Concentradas todas las compañías en la explanada del muelle, frente a Euskal Billera, el desfile se inició con casi media hora de retraso debido a la tardanza en llegar la Corporación Municipal que asistía a la misa de Santa María. El itinerario, demasiado largo como se comenta en el apartado correspondiente, cansó a los niños y una prolongada parada en Alderdi Eder alargó la espera de quienes se encontraban en las calles del recorrido. La participación de una sola banda de música impidió que pudiera ser escuchada por todos los participantes que con frecuencia perdían el ritmo.
Se consideró acertado el vestuario, destacando su vistosidad, si bien quedó patente la diferencia existente, entre los uniformes de los colegios privados y los municipales.